En esta ocasión presentamos dos aromas. Dos perfumes de mujer diferentes. En el caso de Rosario (“Cuquina”) con un aire francés plagado de tonos azulados sentada plácidamente en su cocina. Por su parte, Ana parece flotar en el rojo burdeos, algo más moderno, que queda atrapado con los olores del papel de los cientos de libros y el mar que le rodea.
Omitimos la infinidad de detalles personales de objetos y rincones por los que Domingo se ve obligado a parar y detenerse para formar parte de la atmósfera y enriquecer aún más todos los matices de ambos retratos.